Hace ya algunos años que diferentes personas y entidades de Sagunto han estado y están por moderar la velocidad del tráfico y el número de vehículos que circulan por nuestras calles y barrios. Cada vez que se forma un nuevo gobierno local es como que se renuevan las expectativas para que en alguna calle del pueblo puedan los niños salir a jugar sin miedo a ser atropellado por los coches.
Hace ya algunos años que diferentes personas y entidades de Sagunto han estado y están por moderar la velocidad del tráfico y el número de vehículos que circulan por nuestras calles y barrios. Cada vez que se forma un nuevo gobierno local es como que se renuevan las expectativas para que en alguna calle del pueblo puedan los niños salir a jugar sin miedo a ser atropellado por los coches.
Actualmente, se está discutiendo con mayor profusión la
posibilidad de evitar que los coches impidan la humanización de las calles, para que
los niños puedan jugar solos en los barrios residenciales; de
las calles exclusivas o con prioridad para uso peatonal o ciclista, la
introducción de limitaciones de velocidad máxima a 30 km/hora en algunas zonas
o barrios... Todas ellas medidas que reducirían de manera eficaz el peligro de
accidentes y el ruido en los barrios.
Me consta que han sido propuestas a responsables de medioambiente de
los distintos gobiernos locales desde hace tiempo y se siguen proponiendo,
medidas para una transición hacia una economía con movilidad sostenible, sin
que hasta ahora se haya tomado algún momento como el propicio, como el
oportuno, para que cambie la historia de la movilidad en Sagunto.
En este pueblo, por ejemplo, se construyen rotondas pensadas para dar fluidez al tráfico rodado, desplazando los puntos de paso de peatones; se incrementan los aparcamientos en batería, maximizando la oferta de estacionamiento pero degradando el espacio dedicado al peatón por los coches que invaden parte de la acera. Tenemos calles principales llenas de bolardos para corregir la mala educación de los conductores: sitúan estos en la acera con lo que se vuelve a limitar el espacio del peatón. Se mira para otra parte cuando los coches aparcan en las aceras o en el interior de plazas, etc.
Hoy por hoy, la política medioambiental de Sagunto no está dispuesta a implicarse en el desafío de devolver las calles a los ciudadanos, porque no se ve como una forma de capitalización política. Sin embargo la Concejalía de medio ambiente debería realizar otros proyectos que no sean los de una ciudad únicamente diseñada para el coche y sus necesidades: proyectos que den más espacio o facilidades para andar o pedalear, donde el régimen de miedo (por atropello) del automóvil y la contaminación que produce se combinan.
En este pueblo, por ejemplo, se construyen rotondas pensadas para dar fluidez al tráfico rodado, desplazando los puntos de paso de peatones; se incrementan los aparcamientos en batería, maximizando la oferta de estacionamiento pero degradando el espacio dedicado al peatón por los coches que invaden parte de la acera. Tenemos calles principales llenas de bolardos para corregir la mala educación de los conductores: sitúan estos en la acera con lo que se vuelve a limitar el espacio del peatón. Se mira para otra parte cuando los coches aparcan en las aceras o en el interior de plazas, etc.
Hoy por hoy, la política medioambiental de Sagunto no está dispuesta a implicarse en el desafío de devolver las calles a los ciudadanos, porque no se ve como una forma de capitalización política. Sin embargo la Concejalía de medio ambiente debería realizar otros proyectos que no sean los de una ciudad únicamente diseñada para el coche y sus necesidades: proyectos que den más espacio o facilidades para andar o pedalear, donde el régimen de miedo (por atropello) del automóvil y la contaminación que produce se combinan.
Los políticos comienzan su gobierno con buenas intenciones pero
rápidamente continúan con el modelo económico centrado en el coche olvidándose
de poner en marcha medidas ágiles,
valientes y sobre todo, eficaces para que los ciudadanos tengan una mejor
calidad de vida. Un año de
gobierno más tarde y se sigue sin dar pasos efectivos hacia la mejora del
transporte colectivo urbano, sin potenciar el transporte en bicicleta, sin
priorizar los desplazamientos peatonales, sin mejorar ni un ápice la
posibilidad de acceder a los polígonos industriales a pie o bicicleta, sin
disminuir el NOx (compuestos químicos gaseosos formados por la combinación de oxígeno y nitrógeno) en el aire que respiran los ciudadanos, sin facilitar la movilidad. Tampoco es que
se le pidan cambios radicales, sino por ejemplo ir reduciendo el transporte en
automóvil, limitándose la circulación de coches en los barrios residenciales a
los servicios de emergencia como el traslado de enfermos.
El gobierno local, tras más de un año en el poder, no se plantea
vivir con menos coches, con menos aparcamiento para coches, con alguna calle más
cien por cien con prioridad peatonal y ciclista, con algún barrio a 3o km/h, Parece que estas cosas son un tabú insalvable. De hecho, oficialmente, no
tenemos ni Plan de Movilidad Urbana de Sagunto, lo que da la imagen de que
tenemos unos débiles gobiernos locales que le tienen mucho miedo
a eliminar plazas de aparcamiento que a dar más seguridad y calidad
medioambiental al ciudadano.
Es necesaria una crítica radical que lleve a cambiar las
decisiones políticas; se necesita un rol más fuerte de los ciudadanos que
comiencen a exigir un cambio real para que las políticas se orienten a reducir
el uso del coche, que aumente la seguridad de peatones y ciclistas, para así
dejar de hablar de la muerte de ciudadanos por
arrollamiento de un vehículo. Un barrio sin coches facilita la movilidad y la
calidad de vida, por eso el cambio que esperamos y que debe producirse es
considerar al coche como un transporte intrincadamente peligroso.
Si se prevé Sagunto como una ciudad para el coche y el tráfico, se obtiene coches y tráfico.
Si se prevé Sagunto como una ciudad para el coche y el tráfico, se obtiene coches y tráfico.
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