21/09/2015

Educación por la movilidad




··Transmisión de conocimientos, valores y actitudes que tienen como objetivo educar a los ciudadanos -en especial, a los niños y jóvenes- para capacitarlos con relación a su movilidad y hábitos de desplazamiento.··

En el ámbito urbano y en el conjunto del territorio, el tráfico de vehículos a motor tiene una presencia constante. La movilidad actual no puede entenderse sin este flujo permanente de desplazamientos en distintos medios de transporte, especialmente de motor. Ello exige a las personas, sea cual sea su medio o sistema de transporte cotidiano, saberse mover con facilidad y sin riesgos en su entorno habitual.

La educación por la movilidad es, en este sentido, un instrumento clave para mejorar esta capacidad de los individuos, ya que su seguridad y la de sus conciudadanos -según el rol que se juegue en cada momento- depende de sus actitudes y hábitos. No se trata sólo de aprender un conjunto de normas y señales de tráfico, sino de cambiar de mentalidad para incorporar los valores de la movilidad sostenible; es decir, el civismo, la tolerancia y el respeto por todos los medios de transporte y sistemas de desplazamiento que conviven en la ciudad.

Estos hábitos sostenibles y seguros, como en el caso de cualquier otro tipo de hábitos y actitudes, han de ser transmitidos –en el caso de los niños y jóvenes- por los padres con su propia forma de actuar, y consolidados en el centro educativo. El entorno escolar es, en este sentido, un lugar idóneo para transmitir estos valores, promoviendo caminos escolares pacificando el tráfico y sancionando la indisciplina viaria.

En los polígonos industriales y centros de actividad económica, los gestores de la movilidad han de incorporar también la educación por la movilidad en sus actuaciones, si bien a través de campañas informativas y divulgativas que pongan en valor las ventajas de un comportamiento cívico que respete por igual todos los medios de transporte y sistemas de desplazamiento de los trabajadores y las trabajadoras a la hora de acceder a su puesto

19/09/2015

Sagunto: En busca de un modelo de movilidad sostenible.

Sagunto debe ir poniendo las bases para consolidarse como una ciudad con calidad de vida, cohesionada socialmente y atractiva para nuevas empresas y visitantes. Debería conocer qué quiere ser en el futuro, si un centro de negocios y actividades económicas con una industria fuerte, con una actividad turística importante u otra cosa. En cualquier caso, nos deberíamos plantear cuál es el compromiso de habitabilidad que asumiremos, qué esfuerzo vamos a realizar para conseguirlo y, sobre todo, cómo preservaremos el medio ambiente aumentando los espacios de convivencia.

Existen espacios interesantes en la ciudad y se incorporaran más, pero los hábitos sociales de motorización en los desplazamientos hace crecer la preocupación por la congestión del tráfico y por la contaminación; estas son cosas que merecen reflexión y un compromiso público para lograr una movilidad sostenible como condición indispensable de mejora ambiental de Sagunto. De entrada se cuenta con una ortografía urbana predominante llana, lo que nos propone un uso de modos no motorizados sin mayores problemas. Nuestra red viaria se va ampliando con cada PAI y vamos saturándola poco a poco. Siempre he pensado irónicamente que, cuando algún vecino se compra un coche, automáticamente el alcalde genera una plaza de aparcamiento en el barrio que corresponda, hasta que se satura la red y la ampliamos de nuevo. La solución no es crecer sin medida. Es necesario disponer de una respuesta armonizada con la sostenibilidad a la motorización creciente. Todos los modos de transporte tendrán que compartir los espacios existentes y habrá que tratar las necesidades de la convivencia de cada cual, desde la distribución de mercancías, las demandas de aparcamiento, la compatibilidad con el paseo, pero siempre con marcadas prioridades y planificando el futuro.

Es necesario un acuerdo global entre todos los sectores implicados, ciudadanos, industrias, operadores de transporte… todos. Se deben concertar las políticas de movilidad porque el uso de transporte privado nos puede llevar a una situación de congestión del transporte colectivo, a la falta de seguridad de los conductores, ciclistas  y peatones o a la pérdida de atractivo comercial de las calles, situaciones no deseables para nadie. Por otro lado, el aparcamiento en aceras, pasos de cebra sobre-elevados, elevaciones (bultos) sobre las vías de acceso rápidas, excesos de velocidad, contaminación acústica o dobles filas son situaciones que exigen regulación. Esta ciudad debe plantearse cómo desea que sea el tráfico y el tipo de transporte colectivo.

La Ley de Movilidad de la Comunidad Valenciana determina que las administraciones públicas de la Comunitat Valenciana promoverán los desplazamientos a pie y en bicicleta tanto en el ejercicio de sus competencias en materia de movilidad, como en relación con las que ostentan en materia de planificación urbanística, ubicación de servicios públicos, urbanización y construcción de infraestructuras.

El Gobierno Local debe esforzarse en hacer crecer el bienestar de los ciudadanos, en mejorar la accesibilidad. Es preciso, si deseamos una ciudad atractiva, disponer de reglas de movilidad para conseguir un uso más racional de los vehículos privados, dando prioridad a los medios de transporte más respetuosos con el medio ambiente (desplazamientos a pie, en bicicleta o en transporte colectivo) destinando nuestros esfuerzos en potenciar las directrices y recomendaciones de la Unión Europea.

Necesitamos un plan que incluya la circulación de vehículos, transportes, estacionamientos regulados, calles de aparcamiento para residentes, jerarquización viaria, itinerarios peatonales, aparcamientos, mejora del transporte público, calles y plazas peatonales, priorización de transportes sostenibles… es decir, definir el modelo de ciudad para la convivencia cómoda.

04/09/2015

Barrios con un uso más humano.


En el barrio de mi infancia tenía enfrente de casa la droguería del barrio; a cincuenta metros, una tienda en donde mi madre compraba las patatas, la del Federo; a la misma distancia, la pescadería de Vicentica; la tienda donde comprar los tebeos, el kiosco, en la calle de al lado; un bar en la esquina de la calle.   A cien metros, el pintor (Quintín), el cristalero, la peluquería de José, la escuela  de Don José -en donde se daba clases a todos los niveles juntos-, el taller de reparación de bicicletas, el estanco, la carnicería y dos tiendas de comestibles. La zapatería un poco mas allá, a doscientos metros; la panadería a trescientos  y un cine a cuatrocientos. Todas las distancias eran cubiertas a pie como parte intrínseca de la diaria de nuestra vida. A trescientos metros -y nos parecía lejos- la parada del autobús, servicio publico de transporte “el Wichitero”. Al anochecer, la calle se ocupaba con mesas y sillas. Cada uno en su puerta o agrupándose con otros vecinos se cenaba en la calle. Luego mis vecinos, Manolo y Paz, colocaban la televisión en la ventana y se veía la tele. El espacio público estaba ordenado, los servicios imbuidos en el barrio de manera eficiente cubrían nuestras necesidades. Era, o al menos a mi me lo parecía, un barrio en el que las distancias entre servicios y las personas era de lo más humanos, entendiendo que esto se da cuando se pueden recorrer las distancias a pie. Lo de la bicicleta era un lujo para el cabeza de familia con el que desplazarse a trabajar, aunque la mayoría de las personas iban andando a la fábrica y los coches eran excepciones en la calle. La bicicleta era el medio de locomoción rápido de la familia, cabíamos los tres. El barrio era un gran espacio peatonal autorregulado y cuando te preguntaba tu madre ¿dónde vas? decías que a la calle: la calle era la prolongación de tu casa. Hoy todo ha cambiado, apenas si tenemos tiendas en nuestros barrios, el automóvil se ha hecho imprescindible desplazando los modos de transporte no motorizados hasta niveles de tener que protegerlos con carriles bici independientes y a los humanos los puso en la acera hace mucho tiempo.

Poco a poco, con las mejoras económicas llegan los transportes motorizados y estos invaden el espacio urbano a base de ser un peligro para los seres humanos. Estos se ven obligados a ocupar un ámbito más reducido viéndose la calidad de vida seriamente perjudicada, el progreso lo llamábamos. Recuerdo que cuando en verano veíamos la tele de algún vecino desde el patio de butacas instalado en la calle, en lo más interesante de la película pasaba alguien con una moto y había que esperar que desapareciera para seguir oyendola, era la contaminación acústica que nos estaba invadiendo. Volver a entornos como los que he descrito supone volver a dar jerarquía viaria al peatón para reconquistar ámbitos urbanos más tranquilos, en los que los desplazamientos a pie o en bicicleta tengan prioridad frente a los coches.


Una de las primeras decisiones de Julio César fue la prohibición del tráfico rodado en el centro de Roma durante el día. Claudio extendió dicha política al resto de municipios italianos, y Marco Aurelio la aplico posteriormente a todos los pueblos del Imperio

Peatonalizar calles y plazas contribuirá a cohesionar los barrios, supondría prolongar nuestras viviendas en la comunicación humana, volviendo a disponer de actividad comercial en proximidad, revalorizándola. Aunque no estoy seguro de que los comerciantes vean al principio la propuesta de peatonalización como una oportunidad de negocio, según la experiencia en otras ciudades la zona peatonal se convierte automáticamente en zona de atracción en donde se instalarán empresas a fin de captar clientes, la zona se dinamiza comercialmente.  Estoy convencido de que es necesario ir peatonalizando ciertas zonas del pueblo, porque tenemos calles estrechas, porque existen calles con aceras infames que no sirven para nadie, porque tenemos barrios que son historia que debemos proteger, porque tenemos una gran población de una edad avanzada, porque los niños no pueden jugar en la calle, porque hay que recuperar la calle para las personas, porque somos un pueblo con mucho ruido provocado por los coches, porque en ciertas calles se huele el humo de los mismos, porque que los vehículos van demasiado rápidos por las calles… Peatonalizar es barato, basta con colocar vallas, bolardos o jardineras en sus extremos e instalar las respectivas señales verticales. Esto tiene un coste ridículo y las calles podrían peatonalizarse ya mismo.

Se deberían ir dedicando conjuntos de vías urbanas a la circulación preferente de peatones y usuarios de sistemas no motorizados. Este proceso de peatonalización exige un esfuerzo de implicación ciudadana con sus colectivos sociales y económicos, debemos hacer un frente común para conseguir que se valoren los beneficios a corto, medio y largo plazo.