El 54 por ciento de la población mundial actual
reside en áreas urbanas y se prevé que para 2050 llegará al 66 por ciento,
según un informe de la ONU difundido en 2014. Casi la mitad de los 3.900
millones de habitantes urbanos actuales residen en áreas con menos de
medio millón de habitantes. Estos datos presentan varios desafíos para cubrir
las necesidades de sus habitantes, como la vivienda, las infraestructuras, transporte y la
provisión de servicios básicos. Con estos datos se puede presuponer que,
además de en la industria, donde también nos vamos a jugar nuestro futuro desde
la perspectiva del cambio climático y las emisiones de CO2 es en las fuentes de
emisión domésticas y en el transporte.
El cambio a la sostenibilidad será social,
económico y ambiental o no será. Pero tampoco se producirá sin tener en cuenta
el crecimiento de la población urbana y el transporte desde la perspectiva de
género, donde es fundamental que la mujer participe en la toma de decisiones
aportando sus experiencias. Las mujeres han tenido históricamente una movilidad
diferente a los hombres en sus desplazamientos tanto debidos al trabajo
-remunerado o no-, como a los lugares de ocio, de estudio, etc. Pero sobre todo
porque, debido a las circunstancias que les ha impuesto la sociedad, una
gran mayoría de los viajes de mujeres se realizan con gran prudencia ya que lo
hacen con personas dependientes o menores que hay que salvaguardar o con gran
prevención por la violencia de los hombres hacia las mujeres. La adaptación de
los transportes a la mujer debe ser prioritario y el grado de inclusión el
máximo posible.
Las investigaciones realizadas hasta la fecha en
diversos países coinciden en un hecho: las pautas de movilidad de mujeres y
hombres son diferentes. Las mujeres tienen un menor acceso al coche y, por
ello, dependen del transporte público en mayor proporción que los hombres,
realizan más desplazamientos con niños/as o cargadas y viajan más fuera de los
horarios punta (en parte, debido a que muchas tienen trabajos a tiempo
parcial). El diseño de las infraestructuras de movilidad, hecho desde pautas
supuestamente universales, valora claramente los viajes laborales por encima de
cualquier otro motivo de desplazamiento. (Manual análisis urbano P. Vasco)
Las mujeres, respecto a los hombres:
- Se desplazan más a pie y en transporte público (31’2% y 36’3% frente a 20’2% y 17’8%, respectivamente).
- Proporcionalmente, tienen menos permisos y licencias de conducir (45’8% frente a 78’5%) y conducen menos (39’9% frente a 76’8%). Sin embargo, ellas viajan en coche como pasajeras con mayor frecuencia.
- Se desplazan menos por trabajo, y más por compras y tareas asociadas al cuidado.
- Tienden a vivir más cerca de su lugar de trabajo.
- En sus desplazamientos, a menudo combinan varios modos de transporte, mientras que los hombres tienden a utilizar exclusivamente el coche.
- Realizan más desplazamientos con niños/as o cargadas.
- Viajan más fuera de los horarios punta.
Estadísticamente, la mayor parte del
trabajo de cuidado no remunerado es asumido por mujeres. Sin embargo, ha habido
un incremento de la participación femenina en el sector productivo. La
duplicidad de trabajo remunerado y no remunerado determina las necesidades de
las mujeres en relación al espacio público, el transporte, los equipamientos,
los lugares de empleo y comercio y la vivienda. Las mujeres, al cargo de las tareas de
cuidado, se encuentran más habitualmente con los obstáculos y dificultades cotidianas
que presentan las ciudades, como son los temas de accesibilidad.
Tenemos ciudades donde no todas las personas pueden
optar por todos los recorridos existentes por cuestiones de seguridad
individual, bien porque no están iluminados suficientemente, o bien porque no
están limpios, o porque tienen recovecos, o por la ubicación de las actividades
económicas, de los servicios o los equipamientos. Disponemos de ciudades no
inclusivas en general y lo peor es que el modelo de ciudad diseñada sin
inclusión puede empeorar estas circunstancias. Un pueblo como el nuestro donde
el coche privado tiene un protagonismo central, significa que apuesta por una ciudad menos sostenible, con más emisiones de CO2 que
contribuyen al cambio climático. Las ciudades donde el automóvil tiene un
protagonismo principal generan mucha más contaminación y exclusión social que
aquellas donde el ir andando y el transporte público están presentes en los
desplazamientos de sus ciudadanos.
Hay que cambiar el rumbo cuanto antes. La
sostenibilidad en el medio urbano depende en buena medida del modelo de
movilidad que cada ciudad tenga. Debemos considerar el transporte desde la
perspectiva de género, desde la perspectiva inclusiva, ya que la mujer por
ejemplo es usuaria mayoritariamente de un transporte intermodal, utiliza los
transportes menos contaminantes como ir andando, en bicicleta o autobús que son
medioambientalmente los más sostenibles. Para propiciar este cambio queda un trabajo
importante por hacer y que en la actual legislatura el equipo de gobierno del
Ayuntamiento de Sagunto es muy difícil que lo consiga porque está roto el nexo
de participación con la ciudadanía. De ese modo quedan relegados entre otros
asuntos la adecuación de los transportes públicos en sus rutas y horarios de
paso, en los condicionantes que ellas soportan (sillas de bebés, carros de
compra, acompañamiento a mayores o dependientes...), en la dotación de
interconexiones entre los distintos modos de transporte de forma fácil,
próximos y con horarios de cambios cortos. Fomentar la movilidad sostenible
atendiendo a las necesidades e intereses de la ciudadanía, desagregando y sobre
todo realizando una política urbanística que recoja las distintas sensibilidades,
entre ellas las de género, la ciudad de proximidad y vecindad está por
construir.
Fuentes:
·
Secció
de Dones i Igualtat. Concejalía Bienestar Social e Integración. AYUNTAMIENTO DE
VALENCIA
·
Movilidad
sostenible y equidad de género. Imanol Ilárraz. Antropólogo social
·
Begoña
Pecharroman. Movilidad desde la perspectiva de género - Euskadi.eus