En
el último pleno, un concejal propuso cambiar el lugar donde estos se celebran porque
el actual es inaccesible. También allí, dos policías que prestaban servicio tuvieron
que ayudar una persona mayor a descender (y más tarde de nuevo a acceder) al
salón de plenos destinada al público. Sonroja ver lo fácil que es para muchos concejales/as
firmar un documento asumiendo lo que quiera que se ponga en él y lo difícil,
siendo consecuentes, no modificar la sala de plenos ni un ápice en los últimos cuatro
años.
Para
afirmar que existe igualdad lo primero que se tiene que hacer es asumir que
todas las personas somos diferentes y diversas, que esto es parte de la
vida. Decir que existe igualdad significa
que todo el mundo dispone de acceso a la vida social, a acceder y disfrutar de
los mismos entornos, de las posibilidades, servicios, productos, etc. Para esto
necesariamente se deben conocer las diferencias. Si no, es imposible tenerlas
en cuenta y actuar prioritariamente de forma inclusiva.
A
estas alturas, después del trabajo realizado por el grupo MOUV18: Barreras invisibles, no se puede alegar ignorancia para
reconocer aquellos obstáculos que impiden el desarrollo personal, la libre
elección y disfrutar de la vida social en comunidad. Para entender las barreras,
hay que tener en cuenta que los seres humanos tenemos diferentes capacidades
que varían a lo largo del tiempo. El Ayuntamiento de Sagunto no ha variado en
cuatro años la ordenanza de accesibilidad porque ni siquiera existe.
Las
barreras legales implican también que en las normas, bien en las del Estado, bien
en las de las Comunidades Autónomas, en las de los Ayuntamientos o en el
funcionamiento de una entidad cualquiera, pública o privada, no se tengan en
cuenta las limitaciones y restricciones de las personas con discapacidad.
El
Ayuntamiento de Sagunto no permite el acceso al salón de plenos de forma autónoma
a los discapacitados. Esta barrera física impone otra: la de comunicación. La
única zona de acceso de ese tipo es la dedicada a los concejales. Aunque se le permitiera a un ciudadano
asistir desde allí, el propio lugar, aislado del resto del público, no reuniría
las condiciones igualitarias de
participación. Debieran haber entendido ya nuestros representantes que la
eliminación de las barreras que impiden la participación de las personas con
diferente sensibilidad es una decisión de los concejales/as. Y también nuestra,
si seguimos votando representantes tan insensibles.
Discriminar
no implica siempre voluntad y propósito. Es posible hacerlo aun sin querer, bien
siendo conscientes, o ignorantes, o con prejuicios. Si aún no te has dado cuenta ¡despierta! Las restricciones en la movilidad no están entre las prioridades de los y las concejales.
Los
cambios físicos realizados en las instalaciones son muy importantes pero serán
de mayor trascendencia los cambios de actitud de nuestra clase política para
que apoyen, con responsabilidad y compromiso, a quienes buscan la superación
para ser mejores ciudadanos y ciudadanas.
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