Para entender nuestra ciudad y su
urbanismo es muy importante repasar su origen y como se ha desarrollado, aunque
parece relativamente reciente en el tiempo no se debe centrar la visión en los
resultados. Si es necesario cuestionar el urbanismo que tenemos para ver si
dejamos las cosas como están o conviene cambiar los criterios, comprobaremos lo necesario que es que
las mujeres se incorporen en la toma de decisiones técnicas o políticas.
En principio es difícil cuestionar el espacio urbano cuando llevamos tanto tiempo asumiendo que es la única manera posible de disponer de dicho espacio, lo habitamos y lo sufrimos como una cosa que no tiene remedio. Simplemente nos instalamos en el espacio público, que es la realidad que nos imponen, sin cuestionar nada nos adaptándonos sin conflictos.
Si nuestra ciudad se contamina por
los gases derivados de la combustion interna de los motores de vehículos, si
tenemos ruido muy por encima de los límites establecidos o sus calles son feas sin más,
no hacemos nada porque supuestamente no podemos intervenir. Esto no es así, no tiene porque ser así, porque podemos intervenir
y reducir los problemas de contaminación, de ruido y de lo que no sea.
Podemos empezar por hacer que ciertas zonas no tengan estos problemas.
Sin embargo, tenemos zonas en el pueblo de mejor y mayor calidad de habitabilidad, pero no somos capaces de replicar estas condiciones. Para analizar el urbanismo desde la perspectiva de género es básico no ponernos cortapisas, no dando nada por hecho, cuestionándolo todo. Comenzando por quien nos inhabilita para valorar el espacio público que nos rodea, que son quienes han tomado el urbanismo como su coto privado, valorando la ciudad desde fotos aéreas, aplicando la informática y estadísticas, etc., esta es la escala inhumana donde se aplica una aséptica neutralidad urbanística. La escala que no nos conviene son las aceras por la que no cabe una silla de ruedas, calles por las que es muy dificil transitar peatonalmente, la inseguridad en el bullicio de la salida de la escuela, las falsas cota cero de los pasos de peatones, no aminorar el ruido en la ciudad, la dificultad de orientación por ausencia de indicaciones, la imposibilidad de disponer de autonomía sea cual sea tu característica. Si seguimos con el urbanismo que valora la producción y no las actividades vitales como las realizadas mayoritariamente por las mujeres amas de casa, entonces ese urbanismo convierte en invisible el trabajo no remunerado de estas y por tanto nada se hará por mejorar esta parte de la vida.
Planificar tiene su complejidad y
su leguaje técnico determinado, pero si esta planificación no se hace accesible
a la ciudadanía haciendo comprensibles sus propuestas, nunca realizaremos
propuestas elaboradas para cambiar las decisiones en el urbanismo. Si el urbanismo
va a cambiar nuestra vida cambiando nuestro entorno, debe realizar esfuerzos
para que esos planes sean lo más próximos a la ciudadanía y debe saber escuchar
a esta haciendo comprensibles sus propuestas.
Es absolutamente imprescindible la mirada desde la perspectiva de genero incorporando a las mujeres en todos los ámbitos de participación y decisión.
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