Hace cuarenta años no había quien pensara en una ciudad que no tuviera espacio para aparcar coches. En la actualidad, la construcción de 172 viviendas en el espacio donde había 60 ha llevado a pensar a algunas personas rápidamente en que los aparcamientos que se construirán en esas fincas de diez alturas son insuficientes. Es decir, sigue siendo inaudito concebir una ciudad sin reservar espacio para el coche.
Actualmente, nuestra pelea no es exactamente el vehículo a motor de combustión interna, sino lo poco saludable que es para la ciudad esta movilidad motorizada, los atascos, los accidentes de tráfico, el ruido, la ocupación de las aceras por los coches, las dificultades para la movilidad de las personas, la inseguridad que genera tanto vehículo y las dificultades que se añaden a la convivencia de la ciudadanía.
Desde la aplicación del acuerdo del Protocolo de Kyoto, que fue aprobado el 11 de diciembre de 1997, en el que se comprometían a reducir los gases de efecto invernadero, la Unión Europea fomentó la compra de vehículos diésel, porque emitían un 20% menos de CO2. Casi diez años después, algunas ciudades españolas se suman a la lucha contra las emisiones restringiendo la circulación de los automóviles de combustión más antiguos.
Las acciones llevadas a cabo en este país parecen obedecer más a recuperar centros históricos con peatonalizaciones que a criterios medioambientales, como sucede en Europa. Aquí no parece preocupar ni una cosa ni la otra. La peatonalización no se mira ni por hacer la ciudad más sostenible, ni por tener menos coches circulando en la ciudad, ni por la salud. Aquí prevalecen más los criterios económicos, potenciar intereses turísticos o revitalizar zonas comerciales.
¿Qué nos propone el equipo de Gobierno local, tanto el actual como el de la pasada legislatura? Algunas soluciones pero con ineficacias, aunque avanzando hacia la mitigación de los efectos del cambio climático mediante la pacificación de los núcleos urbanos minimizando la velocidad de los vehículos en el pueblo, con más carriles bici, estudiando las propuestas de mejora que se le proponen. Es más fácil cargar contra el que trabaja, contra el que hace cosas porque ves lo que hace. Entonces pensamos en lo que tenemos como contrapartida, los partidos que deberían dar la réplica y que por ahora no gestionan nada. Lo que sucede es que, de éstos, alguno expresa deseos, ideas, proyectos, sueños o promesas sin una base sólida, montan sus castillos en el aire desde hace décadas y quieren que los habitemos. Otros nos proponen desde la negación del cambio climático y, ya que no aportan nada, sugieren eliminar al menos una parte del trabajo realizado. Incluso otros, como dice una novela humorística se dedican a la búsqueda de un extraterrestre desaparecido.
Hace 20 años que este municipio se dotó de una gran herramienta, hablamos de la agenda 21, donde se vertebraba la ciudad, se proponían sendas peatonales y ganar espacio público a los coches. Este futuro que esperamos, pertenece al reino de “Muy Muy Lejano”, el reino más importante y conocido del Universo.
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