Supermanzanas, superislas o superblocks en ingles, todo los
nombres llevan al mismo objetivo: llevar a la ciudad pensada para un entorno en
el que el automóvil es amo y señor de las calles a un entorno en el que el
transeúnte es lo más importante. La idea es muy simple y ha sido expresada por
diferentes autores. Se trata de configurar el tráfico de manera que en el
interior de una zona elegida de manzanas de casas que incluyen calles y plazas
se limite la velocidad máxima de los vehículos. En el interior de estas
manzanas, en las calles y plazas, se propone que puedan ser disfrutadas por los
peatones; en estas zonas se permiten terrazas, parques, cafeterías, campos de
juego o cualquier otra aplicación que los vecinos decidan. Así se cambia la
tendencia del espacio destinado al paso de vehículos casi en exclusiva a la
utilización como zona de intercambio social, por ejemplo.
Ahora demos un paso más. Imaginemos que las calles fuesen para
pasear, los cruces de estas para jugar, que los coches no pudieran pasar. Esto
se parece mucho al sueño de cualquier peatón.
Esto, que parece utópico en el
entorno de Sagunto, es lo que se está llevando a cabo en Barcelona y de lo que
The Guardian o The New York Times han tratado en sus páginas, una propuesta urbanística
excepcionalmente atrevida que pone a la ciudad española a la vanguardia de la
movilidad.
Las ciudades modernas están bajo la tiranía de los coches,
las calles y ciudades son diseñadas casi en exclusiva para los coches; los
otros: ciclistas, peatones, vecinos, paseantes y cualquier otra forma de vida
humana queda relegada a los márgenes de las calles, las aceras. Los peatones
han sido expulsados a la periferia, han sido confinados en parques, jardines y
eventualmente en alguna plaza adaptada para que los humanos puedan refugiarse
del calor. Esto es algo tan habitual que ni nos damos cuenta de este
confinamiento; esto es contra lo que va el proyecto barcelonés. Este proyecto
tiende a invertir la tendencia y dar la hegemonía al peatón.
El proyecto tiene como objetivos: una movilidad más
sostenible utilizando como base la bici y los transportes colectivos,
revitalizar los espacios públicos, promover la biodiversidad con más espacios
verdes, mejorar la cohesión social, mejora de la cohesión social, promoción de
la autosuficiencia en el uso de recursos e integración en los procesos de gobernanza.
Todas estas cuestiones que traen de cabeza a los urbanistas puestos en solo
proyecto.
La mayor parte de las personas no tienen coche pero las calles
están llenas de automóviles, esto no puede seguir así. Las personas encargadas
de la movilidad deben considerar estas cuestiones y adaptar las calles a los
peatones. La mayoría del espacio a los automóviles en la ciudad será cambiado a
un espacio libre de automóviles o como mínimo tendrá un uso mixto.
Que los espacios públicos vuelvan a ser espacios de
intercambio, participación, ocio, etc., es solo cuestión de tiempo porque la
carga ideológica está cambiando el deseo de ser una ciudad para el automóvil a
ser una ciudad para la comunidad.
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