02/08/2019

Por una ciudad más accesible


Que las barreras suponen un obstáculo a la autonomía de las personas y a su capacidad de elección es un hecho.  Diciembre de 2017 era la fecha límite para que los espacios públicos urbanizados y edificaciones públicas existentes que fueran susceptibles de ajustes razonables se hicieran accesibles (Disposición adicional tercera del Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de Derechos de las personas con discapacidad y su inclusión social).

Hace algunos días me propuse, a modo de encuesta, saber si actualmente tanto los itinerarios peatonales como los parques y jardines de Sagunto permiten que la ciudad sea disfrutada y utilizada también por las personas que tienen algún tipo de discapacidad. La conclusión fue que Sagunto no tiene un nivel satisfactorio de accesibilidad, independientemente de su población. Por otra parte no debe haber muchos conciudadanos que pongan en conocimiento del Ayuntamiento las deficiencias que detectan. Y respecto a los que sí lo han hecho, la mayoría ha obtenido un resultado deficiente porque la administración no ha contestado ni indicando las acciones que iba a tomar ni informando de los resultados obtenidos.

En Sagunto, ciudad histórica, las principales dificultades y barreras se encuentra en los itinerarios peatonales; sin ánimo de ser exhaustivo: En lo referente a las aceras, encontramos que faltan,  que muchas no están adaptadas en anchura, que en otras el acceso es casi imposible, o que en otras, aún siendo suficientemente anchas, se colocan elementos que consiguen que el  espacio sea insuficiente; Vemos la ocupación del espacio en lugares públicos peatonales, barreras arquitectónicas, mobiliario en lugares que impiden el acceso, deficiente señalización táctil, visual o acústica. También observamos pendientes excesivas en rampas, mobiliario urbano inadecuado, presencia de alcorques no adaptados, instalación de terrazas y veladores que dificultan y/o obstaculizan el tránsito, pavimento discontinuo, irregular o en mal estado que dificultan el deambular e incluso escaleras sin alternativa. Además de esto se debe lidiar con los comportamientos incívicos de los coches o motocicletas mal aparcados en lugares no permitidos o mobiliario específico para utilización de los automovilistas en zonas peatonales. Otras cuestiones, como aseos públicos adaptados, son aspectos negativamente significativos en una ciudad con un volumen importante de visitas a su patrimonio histórico. Propongo a la ciudadanía que realice su propia evaluación dando un paseo por un barrio al azar. Es fácil que encuentre bordillos elevados, socavones, columpios no adaptados, cajeros automáticos no adaptados, mobiliario mal situado o actitudes incívicas de los usuarios.

Las personas con algún tipo de discapacidad son las primeras que sufren y se dan cuenta de las deficiencias en la accesibilidad en la ciudad. Por otra parte se echa en falta empatía, conocimiento o educación en las decisiones políticas. Se detectan errores incluso en construcciones recientes.  La mayoría de la ciudad no está adaptada para las personas con silla de ruedas y las personas que sufren de discapacidad visual o auditiva lo tienen mucho peor.  
Se podría proponer comenzar realizando un itinerario peatonal accesible para el área más transitada; transformar la página web para que esté accesible a todas las personas; que semáforos y paradas de autobuses tuvieran avisadores sonoros; que los pavimentos fueran duros, estables y sin piezas sueltas;  que las rejillas, las tapas de registro y los elementos situados en el pavimento estuvieran enrasados; instalación de ascensores y rampas en aquellas vías y espacios de uso público que lo necesiten; Que se dedicara a la accesibilidad más presupuesto que a la repavimentación, simplemente porque existen más personas afectadas que coches.  

Nuestra ciudad tiene una idiosincrasia muy especial para adaptarla; pero que, terminando la segunda decena del siglo XXI, no disponga de ninguna ayuda mecánica para superar algún tramo en la ciudad vieja (punto que evidencia la dificultad) supone que no nos hemos puesto a cambiar la realidad lo más mínimo. Y ello es inaceptable. La adaptación razonable es difícil, pero no imposible.

Es necesario que la accesibilidad entre en el Ayuntamiento, que se informe y se forme a los funcionarios; que esta sea una materia transversal en todos sus departamentos.  

Que se eliminen las barreras arquitectónicas y se trabaje en igualar el acceso a la ciudad a todas las personas es más importante que ocuparse de si todos los coches tienen una plaza aparcamiento allá donde vayan.



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